miércoles, 1 de junio de 2011

Brad Pitt, padre de familia

Revela los nuevos sentimientos sobre el matrimonio, los niños y que lo mantiene despierto por la noche.

En el praking exterior a un estudio de fotos de Los Ángeles, un hombre sin afeitar y con barba, camiseta negra y botas de motociclista estaba sentado en la acera fumandose un cigarrillo. Él está escuchando atentamente a un con estilo hombre hablar sobre las cámaras frigoríficas. Un transéute apenas se daría cuenta de la pareja que se dirijia al edificio.

Pero cuando el fotógrafo empezó a disparar, el hombre de la barba sufrió una transformación. La música de Jimi Hendrix en el sistema de sonido, pone una expresión de inefable, su postura está entre lo desenfadado y lo majestuoso. Irradia glamour. De repente, él es Brad Pitt.

Ese nombre, por supuesto, hace referencia a varias entidades que tienen la misma constitución, 5 pies y 11 pulgadas. Está el actor, quién tiene talento y carisma que arrastra multitudes a los cines de todo el mundo. Está la celebridad, considerada dos veces “El hombre vivo más sexy” por la revista People, cuya vida privada ha sido una fuente pública de fascinación por más de una década. Y está el Brad Pitt del pasado, quién ha tenido varios romances con sus co-estrellas (Gwyneth Paltrow, Robin Givens, Juliette Lewis) y ha sido marido de Jennifer Aniston (de quién está separado desde 2005).

Ahora con 47, Pitt es un desvergonzado hombre de familia, la paternidad es el pryecto que más tiempo consume: criar a una prole de seis hijos entre 2 y nueve años de edad (tres de ellos adoptados y tres biológicos, todos nacidos en cinco países diferentes) con su pareja Angelina Jolie. Su efecto en Pitt ha sido, por su explicación, profunda. Reconoce que la paternidad, por su madurez está ganada.

“ Los niños son tu espejo,” dice en su primera entrevista extensa desde 2009. “No puedes poner excusas. Tienes que estar pendiente de que se laven los dientes y coman un buen desayuno. Quieres estar cuando tengan una pesadilla.”

La responsabilidas es un cargo pesado para el actor de mediana edad. En una muestra de emociones ningún padre puede identificarse con él, Pitt dice que los miedos que tiene por la seguridad de sus hijos “me mantiene en vela”.

Pero a diferencia de las demás familias, sus preocupaciones van más allá. “Estamos atrapados,” dice flexionando su tatuado y muscular antebrazo. “Nuestros hijos tienen que vivir detrás de una puerta. A fuera, hay gente con cámaras.”

“Pero me quedaré con la compensación. Nunca pensé que era capaz de tener tanto amor.”

En su nueva película, el extenso y poético Tree of life, dirigida por el legendario Terrence Malick y estrenada en algunas ciudades este fin de semana, Pitt interpreta a un padre de tres hijos en 1950 de Texas. (Un hijo trabaja de arquitecto cuando crece, y es interpretado por Sean Penn.) Eso prueba: que la paternidad es el centro de Pitt, que influencia en cada película que decide hacer- “quiero dejar trabajo detrás para que mis
hijos se sientan orgullosos”- a su visión del futuro con Jolie.

Aunque él ha dicho que esperarían a casarse hasta que las personas homosexuales pudieran hacerlo legalente, ahora parece que podría haber cambios. “Los niños me preguntan sobre el matrimonio” dice, hundiendose en el sofá. Toma un sorbo de cappuccino. “Cada vez significa más y más para ellos. Así que tendremos que hablar de ello.”

Con todos los lujos que Pitt puede darle a sus hijos, lamenta que no puedan tener la libertad que él tenica cuando era niño que crecía siendo el mayor de tres hermanos en Springfield, Missouri, donde su padre era el dueño de una compañía de transporte y su madre era conserje de un instituto.

“En el camino, somos una unidad militar móvil,” dice. “Los niños preparan sus cosas en una mochila, y cada uno es responsable de sus cosas. Mamá hace el equipaje; ella es muy buena en eso. Pone sólo lo que necesitamos, nada extra.”

La familia migra entre la casa de Los Ángeles a la que él llama “ nuestro campamento base” y los sets de las películas alrededor de todo el mundo, el resto del tiempo lo pasan en la casa de 1000 acres que tienen en el sur de Francia.

“Somos nómadas” dice. “Vamos dónde está la cosecha.”

Pitt reconoce que su vida familiar “parece un poco extrema”. Pero “Me gustan los extremos. Supongo que siempre he trabajado en ese camino.”

Todavía, dice, “Angie y yo intentamos hacemos todo lo que podemos para darle una normalidad, recreando todos los momentos especiales para ellos. No es extraño encontrarse a los niños cubiertos de pintura. Tenemos peleas de barro. Es un caos desde por la mañana hasta que las luces se apagan, y a veces después de eso.”

Los niños mayores están escolarizados en casa, pero sus padres intentan crear oportunidades para socializar. La familia a veces esquiva a los paparazzi para ir a jugar a fútbol con amigos.

Pitt y Jolie también sacan tiempo para nutrir su propia relación también.

“No hay secretos en nuestra casa,” dice, sus ojos se arrugan en una leve sonrisa picarona. “ Le decimos a los niños, ‘Mamá y Papá van a ir fuera a besarse.’ Y ellos dicen, ‘¡Que asco!’ Pero se lo decimos.”

Rondando los cincuenta, Pitt ha comenzado ha reflexionar sobre el largo plazo. “¿Estaré actuando cuando tenga 80 años?” se pregunta retóricamente. “Definitivamente no.”

Un amante de la fotografía y de la arquitectura (cuya fundación Make It Right está construyendo las casas de Nueva Orleans que fuerons destruidas por huracán Katrina), apunta ha explorar sus vocaciones más a fondo en los próximos años. También quiere mejorar su francés y su cocina, ahora se limia al bacon, los huevos y a los panquenques.

Pero Pitt no piensa dejar sus botas de motero durmiendo en casa. “Espero seguir montando motos,” dice con su sonrisa diabólica, “hasta que ya no pueda mantenerme más en pie.”

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